En los siglos XVI y XVII llegaron a las costas de Estados Unidos unas personas conocidas como puritanos. Ellos estaban huyendo de las persecuciones religiosas que se estaban llevando a cabo en el Reino Unido. Parte de ellos se asentaron en la zona que hoy conocemos como Nueva Inglaterra que comprende los estados de Maine, Vermont, New Hampshire, Massachusetts, Conecticut y Rhode Island.
En la nueva tierra los colonos pudieron encontrar sustento y prosperidad y rápidamente fue creciendo la población. Sin embargo, años después, muchos de los habitantes de esta región, especialmente de Rhode Island, fueron emigrando a zonas más cálidas dejando abandonadas sus granjas. La razón de esta migración masiva fue el pánico que se desató debido a la peste que se extendió, por causa, según los puritanos, de vampiros.
El doctor Michael Edward Bell se ha dedicado a recopilar los casos de vampirismo sucedidos en Nueva Inglaterra. Esta recopilación la plasmó en su libro Food for the dead: On the trail of New England’s vampires. En este artículo y el siguiente os hablaré acerca de algunos de estos casos, así que en esta primera entrega comenzaré con el de Sarah Tillinghast.
Un sueño aterrador
Stuckley Tillinghast era un hombre de carácter jovial y bondadoso que vivía en Exeter, Rhode Island y se dedicaba a vender manzanas. Él estaba casado con una mujer muy trabajadora y gentil llamada Honor, con quien tuvo doce hijos. La plantación de manzanos permitía a la familia subsistir sin penurias y todos los miembros trabajaban en el huerto.
La vida transcurría tranquila y todo marchaba como siempre hasta que una noche del otoño de 1799 Stuckley tuvo un extraño y perturbador sueño. En este, él se encontraba en su huerto cuando de repente escuchó a su hija Sarah Tillinghast llamarle por detrás. En cuanto se dio la vuelta para buscarla, un fuerte y frío viento se levantó de repente cegándole. Cuando cesó la ventisca, el hombre quiso buscar a la joven, pero lo que vio le dejó aterrorizado: la mitad de su huerto estaba marchito, las frutas podridas en las ramas de los árboles y en el ambiente flotaba un desagradable olor a muerte y putrefacción.
El pobre hombre se despertó aterrorizado y a Honor le costó mucho trabajo tranquilizarle. Stuckley creía que se trataba de un sueño premonitorio y que algo malo se avecinaba. Al día siguiente, muy temprano, acudió con el pastor local a relatarle este episodio. El clérigo, tratando de tranquilizarlo, le dijo que no hiciese caso, que nada pasaría. Pasaron los días y la cosecha de ese año fue muy buena por lo que aquella pesadilla fue quedando en el olvido.
Adiós Sarah Tillinghast
En 1799 Sarah Tillinghast contaba con 19 años, era una joven tranquila y reservada que trabajaba en el huerto familiar. Cuando no estaba en el campo contribuía con las labores domésticas o leía alguno de los libros de su madre. Poco después de terminada la cosecha de ese año la chica comenzó a manifestar cambios en su conducta. Pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación y solamente salía de allí para comer con la familia. Dejó de acudir a la iglesia para deambular entre las tumbas del cementerio de la localidad. Su carácter se volvió melancólico y taciturno.
Con el pasar de los días, Sarah estaba cada vez más delgada y decaída, su piel sonrosada había adquirido un tono ceniciento. Era evidente que la joven estaba enferma y su padre sin demora fue a buscar al médico del pueblo. La joven fue diagnosticada con consumption, nombre con el que en aquella época se conocía a la tuberculosis y la tisis. Pocas semanas después del terrible diagnóstico, la joven fallece y es sepultada en la parcela familiar.
Empiezan las desgracias en la familia Tillinghast
Al llegar la primavera del año siguiente, otro de los hijos de Stuckley y Honor cae enfermo, se trataba del pequeño James de 9 años. El niño fue diagnosticado con la misma enfermedad que arrebató la vida de su hermana y el pronóstico no era nada favorable. Al revisarlo el médico y preguntarle donde le dolía, el niño se señaló el corazón y dijo: “Aquí donde Sarah me tocó”. Lamentablemente, poco tiempo después falleció.
Sin embargo, la tragedia de la familia Tillinghast no termina aquí. Semanas después enferma Andris, el hijo de 14 años que lamentablemente fallece. El chico, también vio a Sarah en sus sueños. Poco después de esta muerte, una mañana Ruth, de 16 años se despierta aterrorizada y corre junto a su madre. Le dice que ha soñado con Sarah que le decía: “Tengo mucho frío, necesito que me abraces, anda Ruth ¡Abrázame!”.
La familia entra en pánico y con justa razón, ya que tras este sueño, la jovencita cae enferma y fallece. Stuckley no puede entender que ocurre en su familia, piensa que es víctima de algún tipo de maldición. Decide consultar otra vez al pastor que trata de tranquilizarlo, pero el intento fue en vano.
Continúan las desgracias en la familia Tillinghast
Ante la terrible situación, Hannah, la hija mayor de 26 años, que estaba casada y vivía en otro pueblo decide visitar a la familia. Días después de su llegada, una noche, la joven ve a su hermana Sarah en medio de la habitación. La difunta le pide que la abrace ya que tiene frío. Tristemente, Hannah poco tardó en caer enferma y fallecer.
Tras morir la primogénita, Honor, su madre ve a su hija Sarah Tillinghast en sueños y le dice: “Mamá, estoy tan sola, tengo tanto frío, ¿porqué no vienes conmigo? ¡Mamá abrázame!”. Después del sueño, la mujer no tardó mucho en enfermar.
Mientras Honor luchaba contra la enfermedad, Ezra, el hijo de 17 años también es víctima del terrible mal. Al igual que sus hermanos y su madre, el joven también ve a Sarah en sueños diciéndole: “Tengo frío. ¿Por qué no vienes a quedarte conmigo Ezra? ¿Por qué no vienes conmigo?”.
A Stuckley ya no le queda ninguna duda de que su familia es víctima de una horrible maldición. Sabe que debe hacer algo al respecto y que la Iglesia no puede ayudarle, sabía también que debía haber alguna solución, pero ¿cuál? La respuesta tardó poco en llegar y fue una mañana durante una conversación con Jeremiah Dandridge, uno de sus peones.
El jornalero le contó que hace años, con la llegada de los primeros colonizadores, varias familias en algunos pueblos fueron víctimas de episodios similares. Para terminar con el mal, estas personas desenterraron a los muertos por la enfermedad ya que estaban convencidos de que dicho mal era provocado por un vampiro. Cuando el no muerto fue encontrado, le habían extraído el corazón y lo habían calcinado. Al hacer esto, el problema se terminó y las muertes por consumption cesaron.
En busca del vampiro
El relato de Jeremiah es confirmado por Caleb, un granjero de la localidad. A Stuckley el relato de los vampiros le parece muy extraño y le aterra la idea de exhumar los cadáveres de sus hijos. Sin embargo, sabe que si no pone manos a la obra, el resto de sus vástagos y su esposa perecerán. La situación es crítica y es necesario actuar rápido, así que decide probar este método.
A la mañana siguiente, muy temprano, Stuckley, Jeremiah y Caleb, con pico y pala en mano, se dirigieron apresuradamente al cementerio. Uno a uno, fueron desenterrados los cadáveres de los hijos de Stuckley comenzando con los que murieron más recientemente. Estuvieron toda la mañana y toda la tarde trabajando y ninguno de los cadáveres mostraba signos de vampirismo. Todos mostraban avanzados signos de descomposición y poco antes del anochecer solamente faltaba exhumar a Sarah.
Sarah Tillinghast había fallecido hacía aproximadamente seis meses, su cuerpo debía estar en un avanzado estado de putrefacción. Sin embargo, al abrir la tapa de la caja de madera, la sorpresa de los tres hombres fue enorme. La joven yacía acostada, con el cabello hacia los lados, sin señales de descomposición. Más parecía que estaba dormida, con el rostro sonrosado y los ojos abiertos mirando a la nada.
Fue muy duro para Stuckley tener que abrir el cadáver de su hija, extirpar su corazón e incinerarlo. Pero debía hacerlo si deseaba salvar al resto de su familia. Poco después de llevada a cabo la incineración, Honor se recupero, pero desgraciadamente Ezra pereció. A partir de entonces, ninguno de los hijos de Stuckley volvió a enfermar y el granjero comprendió entonces el significado de aquel sueño sueño: Había perdido 6 hijos, la mitad de su huerto.
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