Una misteriosa carta
La mañana del 11 de agosto de 1676 transcurría de manera normal, como cualquier otra en el Convento de la Benedicción de Palme di Montechiaro en Sicilia, Italia. Temprano, como todos los días, las religiosas acudieron al primer servicio religioso de la jornada. Durante la celebración, las hermanas se percataron de que una de ellas no había acudido.
Estaban preocupadas y ansiosamente esperaron la finalización de la Celebración para acudir en su búsqueda. Al terminar, apresuradamente fueron a la celda de la hermana ausente. Una vez ahí, la sorpresa con la que se encontraron fue mayúscula. Atónitas no podían dejar de contemplar la dantesca escena que se desplegaba ante sus ojos: la monja estaba tendida en el suelo, inconsciente y con la mitad izquierda del rostro cubierta de tinta. En su cuerpo, su hábito y por toda la habitación, también podían contemplarse manchas. El tintero y la pluma tirados en el suelo, junto a montones de papeles y libros desordenados. En una mano, la religiosa sostenía unas hojas de papel escritas en un extraño idioma.
Una vez sobrepuestas a la impresión, las religiosas ayudaron a su compañera a volver en sí. La pobre monja, aterrorizada, narró a la abadesa que esa noche el demonio había ido a visitarla a su celda. Allí la había obligado a escribir aquellas hojas utilizando la mano izquierda. Pese a que intentó poner resistencia, no lo consiguió. Cuando el maligno la obligó a firmar la misiva, ella, haciendo acopio de toda su fortaleza, escribió la palabra “Ohimé” (Ay de mí). Esta sublevación propició la cólera del demonio, que agredió a la religiosa haciéndola caer inconsciente y provocó el estropicio que en aquel momento contemplaban. Aseguraba no saber que decía aquel texto que pasaría a la historia conocido como “la carta del diablo”.
Sor María Crocifissa della Concezione
Isabella Tomasi nació el 29 de mayo de 1645 en la ciudad de Agrianto, Sicilia. Era hija del príncipe Giulio Tomasi di Lampedusa y su familia estaba emparentada con Giuseppe Tomasi di Lampedusa, autor de la obra El gatopardo. Tenía varios hermanos y todos fueron criados en estricta disciplina y bajo férreos preceptos católicos, ya que la familia era muy devota.
Eran tan creyentes que su padre y su tío Carlo Tomasi deciden fundar un convento y contaron con el beneplácito de las autoridades eclesiásticas. Para su creación utilizaron una de las propiedades que poseía el príncipe y así, el Convento de la Benedicción de Palme di Montechiaro abre sus puertas en Junio de 1659.
Ese mismo año, con tan sólo quince años, Isabella ingresa como novicia en el convento. No se sabe exactamente si su ingreso fue de manera forzada o voluntaria. Un año después, el 7 de octubre de 1660, Isabella realizó sus votos y tomó el nombre de Sor María Crocifissa della Concezione.
Se dice que su carácter era sencillo y bondadoso y, en su fervor, se ocupaba de las tareas más humildes del convento. Su tiempo libre lo ocupaba estudiando diversas ciencias y era muy docta en los idiomas. Las religiosas habían manifestado que Sor María en ocasiones presentaba conductas extrañas, como si estuviese siendo acosada. Tras dieciséis años de estancia en el claustro, cuando la religiosa contaba con 31 años, se desató el extraño episodio que os he narrado.
La pobre monja afirmaba que el demonio la acusaba e intentaba hacerla pecar apareciendo ante ella en la forma de un apuesto varón. Finalmente, Sor María fallece entre las paredes del convento el 16 de octubre de 1699 y su historia propició que décadas después, la Iglesia la declarase como “venerable”.
La carta del diablo
Aquella mañana que encontraron a Sor María en tan deplorable estado, ella sujetaba unas cartas en una de su mano. No existe un acuerdo acerca de la cantidad de hojas que había, algunos historiadores hablan de tres y otros dicen que eran “varias”. Se dice que con el paso del tiempo se fueron perdiendo los otros folios y en la actualidad solamente se conserva uno. Esta misiva, conocida como la carta del diablo, se conserva a buen recaudo en el convento en el que fue escrita. Con el tiempo se hicieron dos copias, una de ellas se guarda en la Catedral de Agrigento y la otra en la Biblioteca de Lucca de Agrigento.
Desde el momento en que fue escrita, muchos eruditos trataron de descifrar su contenido, pero todos los esfuerzos resultaron infructuosos. Al dar aviso la abadesa a la Iglesia, Ignacio Damico, Obispo de Amiento, envió al convento una comisión formada por tres sacerdotes jesuitas. Su objetivo era investigar el episodio y tratar de descifrar la carta, sin embargo, sus esfuerzos, como los de todos los eruditos que les seguirían resultaron infructuosos.
La carta del diablo continuó durante siglos sin poder ser descifrada. En 2017 un equipo multidisciplinar del Centro de Ciencias de Ludum dirigido por Daniele Abate y formado por psicólogos, grafólogos, historiadores, informáticos y lingüistas se dio a la tarea. El equipo comenzó por hacer una extensa investigación en cuanto a la vida de la religiosa. Como afirmaba Abate para Live Science: “Cuando se trabaja en el descifrado histórico, no se puede ignorar el perfil psicológico del escritor. Necesitábamos saber todo lo posible sobre esta monja”.
Descifrando la carta del diablo
El equipo pudo acceder a algunas declaraciones que en aquel tiempo había hecho la abadesa del convento, Sor María Seráfica. Ella aseguraba que la carta del diablo era el resultado de la lucha de Sor María contra “innumerables espíritus malignos”. También aseguró que aquella funesta mañana, la hermana “mostró gran dificultad para respirar y el sufrimiento severo que había tenido en su interior. Además, había dejado escrito que aquel día, la pobre religiosa le había dicho: “Ay, dicen que será legible en el día del juicio. El infierno envía al cielo este diabólico memorial. Contra los injustos pide justicia. Grandes cosas contiene esta voraz charla”.
En los escritos de la abadesa se puede ver la confirmación de que había más folios en la mano de la religiosa. Sor María Seráfica expresa al respecto que: “Cuando se completó el primer capítulo, obligaron a Crocifissa a firmarlo… Tomando la pluma en lugar de suscribir, escribió un amargo Ohimé, que visto por los enemigos, se enfurecieron inmensamente… Regresaron de nuevo en la hora del riguroso silencio… Retomaron ese memorial que había comenzado, y le añadieron dos capítulos más”.
Para obtener más información acerca de la carta del diablo, los grafólogos se dieron a la tarea de cotejarla con otras cartas escritas por Sor María. Tras los exámenes, descubrieron que la misiva efectivamente estaba escrita con la mano izquierda. También encontraron que la letra de la carta del diablo se parecía, más no se correspondía con la de la religiosa.
Una vez realizadas todas estas pesquisas, tocaba el turno de los informáticos para tratar de descifrar su contenido. Para ello se valieron de un software que había sido utilizado por los servicios de inteligencia turcos para interceptar las comunicaciones codificadas de grupos terroristas. Dicho software, pudieron conseguirlo en la deep web.
Y… ¿qué decía la carta del diablo?
Gracias al software, los especialistas pudieron descifrar el 70% de la carta. Para conseguir este resultado, Daniele Abate explica: “La carta parecía estar escrita en taquigrafía. Especulamos que Sor María creó un nuevo vocabulario utilizando alfabetos antiguos que tal vez conocía”. Para corroborar sus hipótesis – menciona – “Preparamos el software con griego antiguo, árabe, alfabeto rúnico y latín para descifrar parte de la letra y mostrar que realmente es desordenada”.
El grupo multidisciplinar esperaba encontrarse quizá con incoherencias o simplemente letras escritas al azar que no dijeran nada. En el proceso, relata Abate: “Analizamnos como se repetían las sílabas y los grafismos (pensamientos representados como símbolos) en la carta para localizar las vocales y terminamos con un algoritmo de descifrado refinado. El resultado final sorprendió a todo el equipo y el mismo Daniele sin reparos lo confirmó al afirmar que: “el mensaje era más completo de lo esperado”.
El resultado del descifrado fueron varias líneas, algunas, al parecer sin sentido, pero otras un tanto inquietantes. Os dejo a continuación, lo que se pudo leer en la carta del diablo:
Los humanos son responsables de la creación de Dios
Este sistema no funciona para nadie
Dios cree que puede liberar a los mortales
Tal vez ahora Estigia está seguro
Dios y Jesús son pesos muertos.
Para algunos especialistas, esta carta es fruto de la mente trastornada de una religiosa que estaba inconforme con su situación conventual. Otros creen que ella podía ser víctima de una enfermedad mental, entre ellos Abate, que afirma: “Personalmente creo que la monja tenía un buen dominio de los idiomas, lo que le permitió inventar el código, y puede haber padecido una afección como la esquizofrenia, que la hizo imaginar diálogos con el diablo”.
Algunas consideraciones finales
Pese a que para algunos investigadores la carta del diablo es el producto de una mente trastornada, para otros sin embargo, tiene visos de ser real. Muchos estudiosos de fenómenos paranormales consideran que Sor María fue víctima de lo que se llama escritura automática. Esto ocurre cuando alguna entidad toma el cuerpo de una persona y a través de él escribe algún mensaje.
En opinión de algunos la primera frase de la carta es una blasfemia, ya que atribuye al ser humano la creación de Dios. Sin embargo, puede entenderse como que el ser humano es responsable del cuidado de la creación Divina. Si nos remontamos al Génesis, vemos la encomienda que el Padre dio a Adán y Eva, y quizás vaya por ahí su significado. Probablemente este sea su significado, ya que la tercera línea confirma su existencia, aunque le resta poderes.
Cuando habla de un sistema, ¿a qué se refiere? ¿Sabía el diablo que el texto iba a ser descifrado en esta época y es una macabra burla al software? ¿O se refiere al sistema corrupto e injusto en el que vivimos? De ser así, falto de razón no andaba. ¿O se refiere, quizás, al sistema que rige la vida de los religiosos?
La carta del diablo se presta a muchas interpretaciones, además recordad que falta un 30% por descifrar. No olvidemos, que algunos legajos se perdieron. ¿Qué fue de ellos? ¿Se perdieron o alguien los ocultó por su contenido? ¿Estaban escritos de la misma manera? Los enigmas en torno a esta misiva no tendrán solución, al menos por ahora. Ahora os toca a vosotros decirme cuál es vuestra opinión: ¿Un caso de acoso diabólico real o los desvaríos de una mente trastornada?
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