Charles Walton desaparece
El último invierno en la época de la Segunda Guerra Mundial fue especialmente duro. Vientos heladores, espesas nieblas, racionamientos y la incertidumbre que se vivía hacían mella en los pobladores de Inglaterra. La mañana del 14 de febrero de 1945 aunque fresca, estaba ligeramente soleada, así que Charles Walton decidió salir a trabajar.
Walton era un granjero de 74 años de edad que vivía en el pequeño pueblo de Lower Quinton, ubicado aproximadamente a 15 kilómetros de Stratford-upon-Avon, en Gran Bretaña. Compartía vivienda con Edith, su sobrina y ambos llevaban una vida tranquila. Charles padecía de reumatismo, por lo que solía llevar un bastón; aún así, se negaba a jubilarse del todo y seguía cortando setos para otros granjeros.
Esa mañana salió de su hogar, como de costumbre, a las 9 de la mañana con dirección a los campos cercanos a Meon Hill. Llevaba consigo sus herramientas de trabajo que consistían en una horca de dos puntas y una podadera de mango largo. Walton era un hombre de costumbres y siempre solía llegar a casa a las 4 de la tarde para tomar el té. Dieron las 6 de la tarde y como Charles no había llegado, Edith, alarmada fue a avisar a su vecino Harry Beasley y juntos salieron a buscarle.
El macabro hallazgo del cadáver de Charles Walton
Después de horas de búsqueda infructuosa, Edith y Harry deciden pedir ayuda a Alfred Potter, que había sido quien encargó a Walton el trabajo. Potter se unió a la búsqueda y entre los tres rastrearon Meon Hill ayudados de una linterna. Después de un buen rato de buscar por la zona, fue Alfred quien encontró el cadáver del anciano. Debido a que la escena resultaba muy macabra, Potter pidió a Beasley que se llevase a la mujer para que no presenciara la dura imagen.
Mientras Harry llevó a Edith a casa, Alfred Potter se quedó junto al cuerpo esperando a la policía. Cuando las autoridades llegaron, se encontraron con una escena muy grotesca: el cadáver había sido ensartado en el suelo con su propia horca, las puntas le atravesaban la nuca y se hundían en la tierra. De hecho, para retirar la herramienta fueron necesarios dos policías. En el pecho de la víctima, estaba trazada una cruz, que había sido hecha con la podadora, misma que estaba clavada en un profundo corte en la garganta. En los brazos tenía varios cortes y moratones, señal de que el hombre había intentado defenderse. Cercano al cuerpo, fue localizado el bastón manchado de sangre, lo que indicaba que el asesino lo había utilizado como arma.
Primeras pesquisas
La policía llamó al profesor J. M. Webster, médico forense de West Midlands, quien realizó un primer examen del cuerpo a las 12 de la noche. El caso le fue asignado al inspector Simmons de Stratford-upon-Avon. El agente creía que el caso se resolvería fácilmente, ya que en Lower Quinton había poco menos de 500 habitantes.
El inspector no encontró ninguna pista en la escena del crimen y las entrevistas a los pueblerinos no le aportaron ningún dato. Cuando el diario local, el Stratford-upon-Avon Herald, publicó la noticia, la policía solamente dijo que: “el trabajo lo había llevado a cabo un lunático o alguien que enloqueció en una borrachera”.
Debido a las complicaciones que presentaba el caso, se decide reforzar el equipo de investigación. El inspector Alec Spooner, detective del Departamento de Investigación Criminal de Warwickshire recurre al mejor investigador de Scotland Yard: Robert Fabian.
El inspector Robet Fabian entra en escena:
Fabian llega a Lower Quinton al alba del 16 de febrero ansioso de enfrentarse al reto que este caso ofrecía. Grande fue su decepción cuando descubrió que tanto los agentes de policía como los pueblerinos habían pisoteado la escena del crimen. Este hecho hizo imposible hacer una reconstrucción de los acontecimientos.
Además, Potter había intentado retirar la horca del cuello de Walton, y lo único que consiguió fue borrar posibles huellas dactilares del asesino. Otra de las acciones emprendidas por Fabian fue despegar un aparato Avro Anson desde el aeródromo de Leamington, para tomar fotografías aéreas de Meon Hill. El aparato aportó imágenes precisas que mostraban manchas de sangre y pisadas de los residentes. El verdadero objetivo de utilizar este artefacto era obtener un mapa para trazar en él los desplazamientos de los residentes.
El prisionero sospechoso
Entre los lugareños empezó a surgir la sospecha de que el asesino podría ser uno de los reclusos de un campo de prisioneros de guerra llamado Long Marston Camp. Para los pueblerinos, esa manera de matar y esa brutalidad solamente podían provenir de un extranjero. El campo estaba situado a cuatro kilómetros de la localidad y entre sus muros albergaba a 1043 hombres.
Los agentes deciden tomar esta hipótesis como vía de investigación y visitan el campo en el que encontraron alemanes, ucranianos, eslavos e italianos. Al ser los presos de varias nacionalidades, Fabian decide llamar al sargento detective Davis Saunders, experto en lenguas extranjeras. Tras incontables horas de interrogatorios, los policías encontraron un sospechoso. Se trataba de un soldado italiano a quien varios de sus compañeros vieron tratar de quitar manchas de sangre de su abrigo.
Tras enviar la prenda a analizar, el laboratorio determinó que los restos de sangre eran de un conejo, con lo que se determinó que el soldado no era más que un cazador furtivo. Con esto, la policía volvía a estar como al principio, sin pistas, ni sospechosos.
El crimen de Ann Tennant
Ante la falta de indicios, Fabian ordena a sus hombres investigar si existían antecedentes de crímenes similares en la localidad. Poco después, un agente transmitió a Robert el hallazgo de un precedente, un asesinato de características similares.
La víctima había sido una anciana de nombre Ann Tennant que murió a manos de un hombre llamado James Heywood. El homicidio había sido cometido en 1875 y el sujeto la mató porque estaba convencido de que la mujer era una bruja.
Lo interesante en este crimen era la manera en la que el sujeto asesinó a su víctima: la había acuchillado con una horca y después le rajó la garganta con una podadora, para culminar grabando en su cuerpo el símbolo de una cruz. Este crimen hizo sospechar a la policía que en Lower Quinton el conocimiento ocultista y el temor al mismo estaba muy expandido.
Misteriosos incidentes
Una noche, Fabian paseaba por Meon Hill pensando en el caso cuando un perro negro pasó a su lado corriendo y desapareció tras la pendiente de la explanada. Minutos después se topó con un chiquillo al que le preguntó si buscaba al can. Solo escuchar la mención del animal hizo que el chico se pusiera pálido y huyera aterrorizado.
Fabian sorprendido ante el incidente lo comentó en el pub del pueblo. En este lugar le relataron la leyenda del perro negro, que afirmaba que cada aparición del animal presagiaba una próxima muerte. Los lugareños le relataron que hacía muchos años un mozo de labranza vio 9 noches seguidas al can. La última de estas veladas, el perro se transformó en una espectral mujer sin cabeza que pasó a su lado emitiendo un horrible susurro. A la noche siguiente, la hermana del joven falleció. Este muchacho había sido Charles Walton.
Tras este incidente, los pueblerinos evadían a la policía y entre susurros se escuchaban insinuaciones veladas hacia la brujería y el mal. Los campesinos hablaban de pérdidas en las cosechas, de un novillo muerto y otros males como si estuvieran relacionados con el homicidio de Charles Walton.
Días después un coche patrulla atropelló a un perro en uno de los caminos que circundaban el pueblo y una ternera murió de manera misteriosa. Pero lo más inquietante fue la aparición de un can negro colgado de un árbol cerca del lugar donde Walton había sido asesinado.
El juicio del asesino desconocido
El juicio de instrucción comenzó el día 20 de febrero e inmediatamente fue pospuesto el procedimiento durante todo un mes. En la primera vista solamente se relató el hallazgo del cuerpo y se estableció que la causa de muerte fue un ataque combinado con una fuerte hemorragia. Al parecer, el motivo más evidente del crimen era el robo. Muchos habitantes afirmaban que Charles Walton solía llevar un cinturón con una cremallera interna donde guardaba el dinero.
En la segunda vista, el juez instructor interrogó a fondo a Alfred Potter. Desde un principio a los agentes les había extrañado que él hubiera sido el único que vio con vida al anciano trabajando en el seto. En su declaración afirmó que vio a Walton trabajando aproximadamente a las 12:30, aunque no estaba muy seguro de la hora. Mencionó que debido a que Charles estaba a unos 500 metros de distancia, solamente pudo ver las mangas de la camisa. Cuando Fabian le mencionó que el cadáver llevaba chaueta, Potter no supo que responder.
En su testimonio juró que permaneció en la College Arms, la taberna del pueblo hasta medio día. Posteriormente subió a la cima de la colina para vigilar las ovejas y el ganado y fue en ese momento cuando pudo ver a Walton a la distancia. Después de dejar al ganado estuvo ayudando al granjero Rey Betchelor hasta la hora de comer. Después de la comida se ocupó de sacar a un novilllo a la zanja. Esta declaración difería en algunos aspectos de la que había dado antes del juicio.
La policía sospechaba de Potter pero no tenía pruebas para incriminarlo. Al jurado no le quedó más remedio que dictaminar “asesinato por una o varias personas desconocidas” y el caso quedó oficialmente archivado.
Cartas informativas
Tiempo después de haberse archivado el caso, la policía recibió muchas cartas con información sobre el crimen. Las opiniones de los escritores coincidían en que se trataba de un caso de asesinato ritual y brujería. Las cartas señalaban que una de las claves para realizar esta afirmación residía en la fecha del crimen, que fue coincidentemente Miércoles de Ceniza.
Algunos afirmaban que Charles Walton fue una víctima de asesinato ritual con el fin de derramar su sangre para otorgar vigor y fertilidad a las tierras. Otros, afirmaban que este hombre era un nigromante y que fue asesinado por algún granjero supersticioso que temía los poderes ocultos del anciano.
Una de las misivas que recibió la policía aseguraba que el asesino era algún terrateniente o granjero convencido de que alguna maldición estaba dañando las cosechas y los animales. Según la superstición, con este asesinato se pondría fin a la mala etapa.
Las hipótesis de Margaret Murray y de Robert Fabian
La famosa arqueóloga y egiptóloga, autora de varios libros, Margaret Murray tuvo conocimiento del caso de Charles Walton y decidió realizar su investigación. En 1950 acudió a la localidad de Lower Quinton con la excusa de estar de vacaciones para realizar algunos bocetos del paisaje. Sutilmente pudo entrevistar a los pueblerinos y descubrió que la superstición estaba muy arraigada en la zona.
Después de indagar, llegó a la conclusión de que el anciano fue la víctima propiciatoria de un ritual y su asesino era alguno de los granjeros. Por el contrario, Fabian siempre creyó que Potter había sido el asesino por las declaraciones confusas y el haber tratado de quitar el arma del cuello. Además, la sobrina de Walton le había dicho que su tío le había prestado dinero a Potter y la fecha límite de pago había expirado. Al no existir documentación que avalara el préstamo no se podía proceder contra el sospechoso. Además, Fabian estaba seguro de que todos los habitantes de Lower Quinton sabían quién era el asesino y sin embargo guardaban silencio.