En el corazón de Argelia custodiada celosamente por los tuareg durante generaciones, se encontraba la tumba de Tin Hinan. Un velo de misterio envuelve la figura de esta mujer considerada por los tuareg como la fundadora de su pueblo.
La Leyenda de Tin Hinan
Los tuareg, conocidos como hombres libres han mantenido viva la leyenda que habla de su fundadora, una mujer llamada Tin Hinan. La historia relata que en algún momento en el siglo IV d. C. a lomos de una camella blanca Tin Hinan seguida de su hija Kella, su fiel doncella Takamat y un reducido grupo de seguidores emprende una travesía por el desierto del Sahara.
La comitiva parte desde Tafitali o Tafilalt, una pequeña aldea al suroeste de Marruecos. Siguiendo antiguas rutas caravaneras y orientándose por las estrellas se dirigen hacia el este. Recorren mil cuatrocientos kilómetros hasta llegar a las cercanías de Tamanrasset, en el valle de Abalessa, Argelia donde se establecieron definitivamente.
No se sabe el tiempo que duró este viaje ni cuántas vidas se perdieron en el camino. También se desconoce el motivo que llevó a Tin Hinan a emprender esta travesía. Según algunos la causa fue la hambruna que su pueblo estaba padeciendo. Para otros la razón se debe a que esta mujer recibió un mandato de los dioses.
Una vez establecidos en el que sería su nuevo hogar Tin Hinan se mezcló con los dioses para dar origen a una nueva raza. El fruto de esta mezcla fueron tres hijos más llamados Tiner, Takenkor y Tamerouelt, quienes serían los primeros tuareg.
Al morir, Tin Hinan expresó su deseo de ser enterrada con los objetos de diversas épocas que había ido obteniendo a lo largo de su vida. Desde ese entonces los tuareg honran su memoria como a una diosa. Ocultaron y protegieron la ubicación de la tumba todo el tiempo que pudieron, y era esta un centro de peregrinación. Otro motivo que llevaba a los tuareg a visitar la tumba era para dormir sobre el túmulo, convencidos de que así obtendrían sueños premonitorios.
La tumba de Tin Hinan
El arqueólogo inglés Byron Khun de Prorok, atraído por la tradición tuareg llega al valle de Abalessa en 1925, donde encuentra la tumba de la legendaria Tin Hinan. Aunque una anterior expedición, liderada por Calassanti en 1905 describe dicho enterramiento.
El sepulcro es ya en sí mismo un enigma puesto que está erigido sobre un túmulo en una colina cercana en el oasis de Abalessa. Es el punto central de una necrópolis que tiene doce tumbas más en forma de pequeñas torres. El sepulcro está formado de once salas conectadas entre sí y solamente hay una entrada. El recinto está delimitado por muros de piedra de gran tamaño y volumen. Además no existe ningún otro sepulcro en la región.
Debajo de una de las salas se encuentra una cámara mortuoria de grandes dimensiones. Este recinto fue datado con una antigüedad aproximada entre el año 450 y el 130 a.C. Dentro de la cámara descansaba un esqueleto que medía casi 2 metros y con un rico ajuar conformado por más de 600 objetos de valor. El esqueleto y los objetos del ajuar están expuestos en el Museo del Bardo en Argelia.
Los restos y el ajuar
Entre los objetos del ajuar destaca un texto en tifinagh (lengua de los tuareg y los bereberes) que alude a la reina. El esqueleto se encontraba en un excelente grado de conservación. En el brazo derecho tenía siete brazaletes de plata y en el izquierdo siete de oro, esto denota que era una persona de alto rango. Sobre el pecho había colocados cuidadosamente un anillo y una lámina de oro en la que aparece el rostro del emperador romano Constantino. Distribuidas alrededor del cuerpo había muchas perlas de diversos colores y junto a los pies bolas de antimonio.
El torso estaba cubierto por los restos de un traje de cuero y a poca distancia del esqueleto había una pequeña estatuilla en forma de mujer que tenía los órganos sexuales representados con grandes dosis de realismo y que se estima corresponde al periodo auriñaciense. Por último el cadáver reposaba sobre un camastro datado entre los siglos II y VI d.C.
Algunos investigadores afirman que el recinto originalmente pudo haber sido un palacio. También creen que las doce tumbas que hay a su alrededor son de creación posterior a este y que corresponden a tuaregs de alcurnia que quisieron enterrarse junto a su diosa.
Tin Hinan
Tin Hinan, en lengua amazigh significa “Ella, la de las tiendas” o en un sentido más metafórico “madre de todos nosotros”. Provenía de una de las tribus bereberes del desierto, que eran una raza anterior a la colonización árabe que se extendió desde Egipto hasta las islas Canarias. Conocía el idioma y la escritura de los habitantes del norte de África. La leyenda dice que era una mujer de raza blanca y origen noble que tenía dotes de mando. Era extremadamente bella, delgada, esbelta y de una altura fuera de lo común.
Calassanti afirmaba que ella poseía capacidades sobrehumanas y que era capaz de establecer comunicación con los dioses. La leyenda también señala que ella afirmaba provenir de una cultura que fue devastada por una terrible inundación, lo que hace a muchos suponer que pudo ser una princesa que huyó de la Atlántida.
El esqueleto fue analizado por médicos y especialistas y muchos apuntan a que el esqueleto no corresponde al de una mujer. Al respecto, Juan José Benítez apunta:
“(…) así lo defiende Adila Talbi, arqueóloga argelina, excelente conocedora de los restos que se exhiben en la vitrina del Museo del Bardo. Algunos médicos que han tenido acceso a los huesos de Tin Hinan opinan lo mismo que Adila: la pelvis, por ejemplo, no parece la de una mujer. En todo caso, la de una mujer que no hubiera tenido partos. Los tuaregs, sin embargo, se oponen a esta sospecha y aseguran que Tin Hinan se mezcló con los dioses para crear una nueva raza. Cuando interrogué a los hombres del desierto sobre esta extraña afirmación, los más ancianos-depositarios de la tradición oral-me hablaron de hombres de gran altura, de pelo amarillo, de ojos rasgados, procedentes de Orión y que fueron los padres de su pueblo.”
El misterio
Posterior a la expedición de De Prorok se realiza una nueva campaña en 1933 a cargo de M. Reygasse. A raíz de esta segunda expedición surge una agria polémica en la que se afirma que parte del tesoro que se encontraba en la tumba fue robado. De ser esto cierto, ¿quién robó? ¿qué robaron? ¿Podría estar la clave a los misterios que envuelven a Tin Hinan en las piezas robadas? ¿Podría haber sido Tin Hinan una princesa de la mítica Atlántida? y tú ¿qué opinas?