Monte de O Seixo, una ruta para las ánimas
Los griegos, los romanos, los vikingos y los celtas creían que la tierra mítica donde vivían los difuntos se encontraba hacia poniente, donde el sol se oculta. Para llegar a este lugar, los antiguos pobladores de Europa crearon caminos de peregrinación como el de la Vía Láctea o el que seguía al décimo trabajo de Hércules. El monte de O Seixo fue una de estas importantes rutas.
Es en el corazón de Galicia, en la Provincia de Pontevedra, donde se encuentra el Monte de O Seixo. Un enclave que para muchos pueblos europeos fue parte del camino de las ánimas hacia el mundo de los muertos. Por este monte pasaba un camino que unía Ribadavia con Pontevedra y terminaba en el mar. El mar era el destino final de las almas, donde las esperaban los míticos barqueros que las transportarían al más allá.
O Portalén, una puerta al Más Allá
O Portalén (Porta do Alén, que en gallego significa puerta del más allá) es un monumento megalítico ubicado en el Monte de O Seixo. Un caprichoso conjunto de piedras en el que destacan dos enormes peñascos coronados en su cima por una roca. Se cree fue colocada a propósito allí por los pueblos que habitaron estas tierras en la antigüedad. En la base del monumento, algunas rocas tienen oquedades en las que se cree que el agua de lluvia acumulada allí tiene propiedades sanadoras.
Para llegar hasta O Portalén hay que subir unos peldaños irregulares que parecen haber sido tallados por alguien. La tradición dice que quien desee contactar con seres queridos fallecidos debe traspasar el portal en la noche de Samhain, de norte a sur. Una vez del otro lado, se debe entregar una ofrenda que consiste en un trozo de pan y un poco de vino para aplacar el hambre y la sed de los muertos. Después debe colocar una pequeña vela encendida, puesto que a los difuntos les gusta la luz.
Una vez depositada la ofrenda, el viajero puede susurrar una pregunta a los muertos, que estos responderán a través del murmullo del viento, por eso es muy importante concentrarse y prestar atención. Una vez obtenida la respuesta se debe regresar pasando nuevamente por el portal de O Portalén. Si el consultante continúa su viaje sin regresar sobre sus pasos y deshacer el camino andado, su alma podría quedar atrapada para siempre en la tierra de los muertos. Tampoco debe relatarle a nadie lo que los difuntos le revelaron, ya que, de no guardar el secreto, quedará afónico para siempre.
El culto celta en el Monte de O Seixo
Carlos Solla, un investigador de la cultura celta y del monte Do Seixo, afirma que los ritos y tradiciones que se llevan a cabo en O Portalén tienen claros paralelismos con las antiguas creencias celtas, en sus palabras: “Existen semejanzas no sólo porque el rito de O Portalén coincide con la festividad celta de Samhain (que marca el año nuevo y el comienzo de la estación oscura), sino que los viajes hacia el otro mundo, el querer saber lo que acontece del otro lado y sobre el paraíso es una curiosidad común en la tradición céltica-atlántica. Los Immrama, que es como se denominan en lengua gaélica estos viajes iniciáticos, fueron protagonizados en las epopeyas irlandesas por los príncipes Bran mac Febalc y Mael Dun, también por el abad San Brendán y por monjes gallegos como Trezenzonio, San Amaro o San Ero de Armenteira”.
Otro paralelismo está en el secreto que deben guardar aquellos que consulten a los difuntos, este se refleja en el mito del rey galés Bran el Bendecido. Este soberano poseía un caldero mágico con la facultad que revivir a aquellos hombres que habían sido asesinados. Solamente era necesario introducir los cadáveres en el interior del caldero. Pero aquellos que volvían a la vida lo hacían mudos, para que no pudiesen revelar lo que habían visto en el mundo de los muertos.
Carlos Solla sostiene la idea de que todo el monte de O Seixo es un santuario celta que tiene varias estaciones, y O Portalén es la más significativa de todas.
Un altar para rendir culto al sol
A pocos metros de O Portalén, existe otro grupo de rocas coronado con una cruz cristiana que se colocó allí en la Edad Media. Según Solla “es un embudo de piedra, que en las fechas solsticiales, cuando la luz del sol incide en él-si no estuviese tapado como está en la actualidad- el rayo traspasaba de un lado a otro. Seguramente en la antigüedad existía una tradición de pasar de un lado a otro por debajo de la piedra. Además, las rocas están cubiertas de cruces, señal de cristianización de un antiguo culto pagano. Seguramente fue un ara solis”.
Desde la aldea de Barcia do Seixo, se sube en procesión la imagen de San Antonio, pero no el día de la onomástica del santo, sino coincidiendo con el día del solsticio de verano. Una vez que la procesión llega a este altar conocido como la Cruz do Seixo, se posa la imagen sobre una mesa que existe en el lugar y se celebra una misa en honor al Santo. La misa concluye con la bendición de las tierras. A San Antonio los participantes en la celebración eclesiástica le piden por los animales, el clima y los campos.
Monte de O Seixo, el santuario perdido de los celtas
Existen cerca de treinta estaciones míticas a lo largo de los 20 kilómetros cuadrados que abarca el monte de O Seixo. De entre todas estas estaciones O Portalén y la Cruz do Seixo son tal vez las más representativas. La presencia de «mámoas» (megalitos semienterrados parecidos a dólmenes) y «amilladoiros» (antiguas formas de enterramiento en el que se depositan pequeñas piedras a modo de túmulos) son una prueba de la gran riqueza arqueológica que tiene este monte.
Para Carlos Solla es un claro legado de un santuario perdido de los celtas: “Todo lo que se ha recogido hasta el momento así lo evidencia. La mayor parte de los mitos y leyendas que allí se recogieron guardan claras concomitancias con la tradición céltica atlántica”.
Entre los pueblos vecinos existen leyendas que hablan acerca fantasmas, extrañas criaturas, ciudades perdidas y tesoros ocultos en el monte de O Seixo, así como la creencia en algunos rituales de fertilidad y abundancia. Lamentablemente algunos de estos restos arqueológicos fueron dañados para instalar las turbinas del parque eólico. Una terrible profanación para aquel que en su día fue un importante lugar de culto a los muertos para aquellos antiguos pobladores de Galicia.
Tecelán y el fin del mundo
Afirma Carlos Solla que en el monte de O Seixo “en el lugar de Chan de Mamas-una necrópolis tumularia de la que llegaron hasta nuestros días tres megalitos-. En la mámoa grande, según las leyendas, está enterrado un personaje llamado Tecelán, que era un vagabundo que irrumpía en las aldeas de Carballás, Barro y Arei, en el entorno de la montaña, y hablaba a los vecinos del pasado, presente y futuro”.
Tecelán de Carballás, como se le conocía a este hombre, aventuró señales que indicarían a los pobladores de Galicia cuando estaría cerca el fin de los tiempos. El decía que el momento llegaría cuando los carros ya no fuesen tirados por caballos. Llegaría cuando los hombres pudiesen volar, cuando las aldeas quedaran abandonadas y cuando el monte de O Seixo esté cubierto de carreteras.
El fin del mundo no ha llegado aún, pero las señales las ha clavado. Y tú ¿que piensas de este mágico monte? ¿Te atrevería a atravesar O Portalén y consultar a los muertos? Tu opinión me interesa mucho, déjamela en la cajita de comentarios.
Muy interesante el articulo. Magia, realidad, mundos paralelos o leyenda? puede ser, pero no acerca a nuestros antepasados. Una pena la destrucción de vestigios para la construcción de parque eólico. Fran
Hola Fran, antes que nada agradecerte que leas mi trabajo. Me alegra que el artículo te haya gustado. Galicia es una tierra maravillosa llena de magia, tradición y mucho misterio y está en nosotros, las nuevas generaciones, preservar toda nuestra riqueza. Un saludo Fran y espero que sigas mi página y te gusten mis futuros trabajos.