A mitad de la noche, entre el espesor de los bosques gallegos, el miedo más profundo puede paralizar al caminante. Cualquier sonido, por pequeño que sea puede ponerle los pelos de punta hasta al más valiente. Viajero que recorres los caminos y corredoiras por las noches, ten cuidado porque puedes encontrarte con la Santa Compaña.
Desde hace siglos, entre los habitantes de toda Galicia, está muy arraigada la creencia en la Santa Compaña. Una creencia que impone mucho respeto y a la vez reticencia para hablar sobre ella. Una creencia que ha sido transmitida de padres a hijos a través del tiempo y que miles de testimonios a lo largo de los siglos han hecho que entre los gallegos sea considerada como verdadera.
Se trata de una procesión de ánimas que recorre los caminos, las encrucijadas y las corredoiras, siempre en localidades de poca población. A la media noche en punto, la macabra procesión aparecerá en un cruceiro o una iglesia y desde allí empezará su recorrido.
Encabeza el sepulcral cortejo un vivo que porta una cruz de madera que debe traspasar a otro si desea escapar del fatal destino que le espera: la muerte. Detrás de él, va la Estadea, un esqueleto de gran altura, el más alto del cortejo. Le sigue un espectro que porta un caldero con agua bendita y un hisopo. Detrás de este va otro que lleva una campanita que hará sonar en cada cruceiro o encrucijada donde haya habido una muerte. Finaliza el lúgubre cortejo el resto de ánimas, cada una porta una candela hecha de huesos humanos que nunca se apaga y tampoco oscila con el aire. Todos los espectros van cubiertos con largas túnicas y capuchas que cubren sus rostros.
En algunas localidades, se dice que en la comitiva cuatro ánimas portan un féretro abierto. Caminante, si tienes la mala suerte de toparte con la procesión y ver el interior del ataúd, te verás a ti mismo. Cada noche te levantarás para acompañar en su recorrido a La Santa Compaña. Cada noche irás viendo como vas muriendo lentamente, hasta el día en que llegue tu hora. Irás pereciendo de hambre, de dolor, de cansancio. Tu cuerpo se irá consumiendo hasta que quedes enjuto y solo seas piel y huesos. Ningún médico podrá curarte, porque el mal que te aqueja no es de este mundo.
Antes de verla, bajará una espesa niebla en los alrededores, un fuerte olor a cera inundará el ambiente. A lo lejos discernirás unas pequeñas luces, la Compaña se aproxima. ¡Rápido viajero! Traza un círculo en el suelo y métete en él, acuéstate boca abajo. Pase lo que pase y escuches lo que escuches, ignóralo, no levantes la cabeza, deja que pasen sobre ti y no te muevas hasta pasado un buen tiempo. Y no olvides hacer la señal de la Cruz.