Alcatraz, la inexpugnable
Alcatraz, también conocida como La Roca, es una pequeña isla ubicada en el centro de la Bahía de San Francisco. Cuenta con más de siete hectáreas de superficie que albergan el faro y la conocida cárcel. Este terreno, rodeado por turbulentas y frías aguas habitadas por tiburones lo convertía en el lugar perfecto para edificar un recinto inexpugnable.
En un principio, el edificio fue utilizado como fortificación y cárcel militar. Durante la Guerra de Secesión Americana (1861-1865), prisioneros confederados fueron encarcelados en Alcatraz, donde recibieron un trato inhumano. En 1933, el Departamento de Justicia de Estados Unidos adquirió el recinto y en 1934 se convirtió en una de las prisiones gestionadas por la Agencia Federal.
El 21 de marzo de 1963, por orden del fiscal Robert F. Kennedy, Alcatraz cierra sus puertas. El cese de funcionamiento de la prisión se debió a los altos costes que implicaba su mantenimiento. Además, el salitre y la humedad estaban consumiendo el edificio y los constantes fallos eléctricos ponían en riesgo la vida de sus habitantes.
A partir del 20 de noviembre de 1969, nativos americanos pertenecientes a diferentes tribus decidieron ocupar la isla, amparándose en el Tratado de Fort Laramie de 1868. Pero el gobierno decidió poner fin a la ocupación de manera violenta, la cual llegó a su fin el 11 de junio de 1971.
En 1972, la isla pasó a formar parte del Parque Nacional Golden Gate y actualmente funge como recinto turístico. En 1976 y 1986 recibió el reconocimiento de Hito Histórico Nacional, galardón que el gobierno norteamericano otorga a edificios, lugares u objetos con una importancia histórica.
La terrible cárcel de Alcatraz
Alcatraz fue considerada la cárcel más severa del país, por lo que a ella eran destinados los delincuentes más peligrosos. Durante sus 29 años de funcionamiento pasaron por sus instalaciones 1545 prisioneros. Albergó a célebres criminales como Al Capone, Robert Franklin Stroud (el hombre pájaro), Bumpy Johnson, James Whitey Bulger o Alvin Karpis.
El presidio, era un lugar muy temido debido al maltrato y las torturas que recibían los reclusos. El recinto contaba con 336 celdas, frías e inhóspitas. Pero sin duda, el lugar más temible de esta prisión era El Agujero, nombre con el que se denominaba a las celdas 9 a 14 del bloque D. Se trata de celdas diminutas, privadas de luz, sin mobiliario y con una oquedad en el suelo que fungía como sanitario.
Al Agujero eran confinados los reos más peligrosos o con un comportamiento agresivo. En estas celdas, los prisioneros eran encerrados completamente desnudos durante varios días. El frío y la humedad les provocaban enfermedades como neumonía o artritis. El silencio y la oscuridad hacían mella en sus mentes.
Los gritos que emitían desde este confinamiento se escuchaban en todo el recinto y quizá también en las viviendas dedicadas a los funcionarios de la prisión y sus familias. Según las viejas crónicas, Al Capone estuvo recluido en el Agujero y fue sometido a diversas torturas. Los maltratos, las malas condiciones y la sífilis que lo aquejaba, lo dejaron trastornado y era frecuente verlo tocar su banjo en la zona de las duchas.
En busca de libertad
Alcatraz se enorgullecía de ser un presidio del que nadie podía escapar, pese a que hubo 14 intentos de fuga en los que participaron 36 presos. De ellos, nueve lo intentaron dos veces, veintitrés fueron recapturados, seis fueron abatidos, dos perecieron ahogados y a otros dos se los dio por desaparecidos.
El 2 de mayo de 1946 se produjo un intento de fuga que dio lugar a un motín. El episodio es conocido como La Batalla de Alcatraz y se saldó con dos guardias y tres reclusos muertos. Sin embargo, la noche del 11 de junio de 1962, se produjo una de las fugas más impactantes de la historia. Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin tras dejar unos muñecos en sus catres consiguieron huir a través de los conductos de ventilación. Lo que ocurrió con los tres fugitivos es un misterio, pues nadie volvió a verlos jamás.
Los fantasmas de Alcatraz
La fama de lugar embrujado que tiene la isla es anterior a su funcionamiento como presidio. Este terreno les fue arrebatado a los indios sioux por los colonos blancos. Muchos afirman que sus espíritus, llenos de odio, rencor y tristeza permanecen en la isla.
Muchos testigos, tanto visitantes como guardias de seguridad que trabajan en el recinto afirman haber sido testigos de sucesos inexplicables. Los testimonios hablan de extraños sonidos, olores nauseabundos, bruscos descensos de temperatura, sensaciones de náusea y malestar. También son comunes las irregularidades electromagnéticas.
Varios vigilantes afirman haber visto deambular por los corredores de Alcatraz a soldados de una época antigua. Vestidos con largas gabardinas y portando mosquetones recuerdan la imagen de aquellos militares confederados, que fueron encerrados en el lugar.
Todos los testimonios coinciden en que los lugares de mayor actividad paranormal son el hospital y el Agujero, especialmente la celda 14 D. Muchos testigos afirman haber escuchado el sonido de un banjo en la zona de las duchas. Algunos además de escuchar, aseguran haber visto al espíritu de Al Capone tocando este instrumento.
La escritora Laura Falcó Lara, en su libro Ecos del Pasado menciona que visitó esta cárcel y estuvo en la celda 14 D, sobre la que comenta: que “la sensación de opresión, de maldad y el frío descomunal en aquel calabozo son inquietantes…cuando no aterradores. Algo oscuro yace entres sus paredes, algo que ha sobrevivido hasta la actualidad”.
Un fantasma en una fotografía
A finales del 2014, una turista de nombre Sheila Sillery Walsh, se encontraba de visita en Alcatraz. Estaba recorriendo la zona de los locutorios. Un recinto donde los reclusos recibían las visitas de sus familiares, pero solo podían verlos a través de un ventanuco en una puerta. En esta área decidió hacer una fotografía con su teléfono móvil a una de las ventanillas.
En la fotografía se ve reflejado en el cristal el contorno borroso de una mujer con un peinado y atuendo que evocan a los años 40. Del otro lado no había nadie, puesto que es una celda cerrada a las visitas.
El demonio del agujero
Relatan las crónicas que en el año 1940 ocurrió un fenómeno inexplicable en la cárcel una noche en la que un reo fue encerrado en la celda 14 D. Según el testimonio del oficial, poco después de ser confinado comenzaron a escucharse gritos aterradores. El reo afirmaba que un extraño ser con ojos rojos y brillantes estaba en la celda y quería hacerle daño.
Nadie creyó al reo y permitieron que siguiera gritando, hasta que en un momento los gritos cesaron de manera repentina. Al día siguiente, cuando los vigilantes abrieron la celda, encontraron muerto al prisionero. En su rostro se había quedado plasmada una impactante expresión de horror y dolor. Tras revisar el cadáver se encontraron en su cuello marcas de manos que indicaban un estrangulamiento.
Pero lo más impresionante fue que al día siguiente, cuando los guardias realizaron el conteo de prisioneros, el número cuadraba. Es decir, no se notaba la ausencia del difunto. Según algunos testigos, tras acabar el recuento, aquel reo se desvaneció ante la atónita vista de todos.