Aokigahara, el bosque maldito
En Japón, en la prefectura de Yamanashi, al pie de monte Fuji, se encuentra el conocido bosque de Aokigahara Jukai, nombre que significa Mar de Árboles. Es famoso por ser el lugar preferido para suicidarse entre los habitantes del país nipón, especialmente jóvenes entre 16 y 25 años. Su fama se debe también a los fenómenos paranormales que allí ocurren. Es el segundo lugar a nivel mundial donde más personas se quitan la vida, después del Golden Gate en San Francisco. El ahorcamiento y la sobredosis de medicamentos son los métodos más usuales de suicidio en este lugar.
Esta elección del bosque como lugar para suicidarse, en parte está inspirada por la obra de Seicho Matsumoto llamada Kuroi Jukai y publicada en 1960. En esta historia, los protagonistas, una pareja de enamorados, decide quitarse la vida en Aokigahara.
Un bosque envuelto en leyendas ancestrales
Su formación se debe a las erupciones de lava del monte Fuji entre los años 800 y 1083, siendo la erupción del año 864, que duró 10 días, la que más contribuyó a la formación del lugar. En su suelo hay pequeñas cuevas, grutas y agujeros además de altas y enraizadas raíces, lo cual se traduce en trampas que pueden ser mortales. Las copas de los árboles son muy tupidas, lo que provoca que entre poca luz y que la vida animal sea escasa.
Sucedió que durante la época feudal, la sociedad japonesa atravesaba por una etapa de gran carestía y la hambruna asolaba a la población. Ante esta terrible situación, fueron muchas las familias que decidieron abandonar en el bosque a niños, ancianos y familiares enfermos para no tener tantas bocas que alimentar.
Algunas de estas personas murieron de hambre y frío, otras de tristeza y otras más asesinadas por ladrones y bandidos que merodeaban por el bosque.
Algunos visitantes llevan cintas de colores que amarran a los árboles a modo de guía para no perderse, debido a la espesura del bosque y al hecho de que en su interior los GPS no funcionan y las brújulas pierden el norte.
Cerca de la entrada de Aokigahara, al pie del monte Fuji, se encuentra el centro de operaciones, donde están los guardias forestales y los servicios de socorro, quienes se encargan de vigilar quien entra y sale del bosque y de buscar a posibles suicidas y cadáveres. Al principio del camino puede verse un letrero que reza así:
“Tu vida es valiosa y te ha sido otorgada por tus padres, piensa en ellos, en tus hermanos e hijos por favor busca ayuda y no atravieses este lugar solo”.
Existen poemas de hace mil años que relatan que este antiguo bosque trae consigo una maldición que afectará a todos aquellos que se internen en su interior.
Cuenta una la leyenda que los Yurei, almas atormentadas de aquellos que tuvieron una muerte injusta y atroz, habitan este paraje en busca de venganza. Ellos, junto con los Oni, una especie de demonios que moran en el lugar conducirán a todo aquel que se adentre en la espesura del bosque a una especie de locura que le consumirá hasta que termine con su vida.
Son muchos los testigos que afirman haber visto extrañas sombras o escuchado gritos, lamentos y no ver a nadie cerca. Otros hablan de sentirse vigilados e incluso seguidos por algo o alguien que nunca se hace visible. Otros más relatan haber visto espectros de forma femenina envueltos en mortajas acompañados por una luz verde, una morada y una azul y casi siempre a las 3 de la mañana. Estas presencias llorando y lamentándose invitan a quien las ve a seguirlas. Muchos de los que las han seguido hacia el interior del bosque afirman, que una vez extraviados, empiezan a escuchar extrañas voces en sus mentes que les incitan a suicidarse, lamentablemente, hay quien les hace caso.
El extraño caso del cadáver que retorna a su sitio en Aokigahara
En Aokigahara, cada vez que se recupera un cadáver, este pasa la noche en el centro de operaciones. A la mañana siguiente es recogido por la policía para ser identificado y entregarlo a sus familiares. Los japoneses sienten un profundo respeto hacia los espíritus y creen firmemente que lo que hay en bosque es algo real. Por esta razón, la noche que el cadáver pasa en el centro de operaciones, este debe ser acompañado por uno de los vigilantes para evitar que la energía que tiene el bosque arrastre el alma del difunto y obligue al cuerpo a volver al lugar en el que fue encontrado. Porque Aokigahara reclama como suyo ese cuerpo.
En el libro Ghosts of Japan, short stories, escrito por Yuri Q, se relata un extraño suceso ocurrido en 1968. Los guardias forestales hallaron el cuerpo de Mitsunima Zigueru de 38 años, en el interior del bosque colgando de la rama de un árbol. Sucedió que esa noche nadie pernoctó junto al difunto.
A la mañana siguiente, cuando llegó la policía a recoger los restos de Mitsunima, al abrir la puerta vieron con horror que el cadáver ya no estaba en la mesa camilla. Los guardias volvieron al bosque, directamente al lugar donde habían encontrado a Zigueru el día anterior. Lo hallaron colgado del mismo árbol y en la misma posición, como si nadie lo hubiese tocado el día anterior.
La escalofriante historia de Aoyama Keizuke y Ozora
Cabe mencionar que en este centro de operaciones la cantidad de bajas y dimisiones son extremadamente altas. Algunos de los que han trabajado allí dicen no poder soportar la carga negativa de energía. Otros dimiten a causa de sucesos extraños o experiencias aterradoras que les ha tocado presenciar.
Yuri Q, en ese mismo libro relata otra historia, esta sucedida en el año 2014. Aoyama Keizuke, un joven de 23 años, consigue su primer empleo como vigilante en el centro de operaciones. Le había tocado el turno de la noche junto a otro joven de nombre Ozora.
A Keizuke no le daban miedo las historias que se contaban acerca del bosque. Tampoco creía en espíritus vengativos ni en demonios ni en cadáveres que se levantaban para volver al sitio donde murieron.
Desde el primer momento a Keizuke le agradó Ozora. Este le explicó que el trabajo era sencillo y casi siempre rutinario y sin problemas. Solo en ocasiones cuando detectaban que alguien entraba en el bosque a intentar quitarse la vida debían ir corriendo a tratar de impedirlo y cada noche entregar informes en la central.
Esa noche comenzaron a escuchar lamentos que parecían distantes y poco a poco iban aumentando. En principio creyeron que se trataba de un animal y no le dieron importancia, pero alrededor de las 3:15 de la madrugada se escucharon aterradores gritos. Keizuke informó por radio a la policía, quienes a la mañana siguiente organizaron batidas de búsqueda que no obtuvieron resultados.
A la siguiente noche cuando Keizuke y Ozora salieron del centro de operaciones a fumar un cigarrillo, vieron como entre las ramas de los árboles se desplazaba lo que parecía ser una silueta humanoide. La figura estuvo merodeando casi hora y media hasta que desapareció y volvió la calma. Los jóvenes decidieron seguir con su ronda, pero Keizuke entró al centro de operaciones para poner a cargar su móvil. En cuanto entró vio que en la ventana estaba asomada una horrible silueta sin rostro y con las cuencas de los ojos vacías.
El grito de Aoyama alertó a Ozora que entró corriendo a ver que sucedía y a tratar de calmar a su compañero. Decidieron adentrarse en el bosque a investigar y tras caminar un rato escucharon pisadas que se adentraban en el bosque, las siguieron y al no ver a nadie decidieron volver a su puesto de trabajo. Al ir de regreso volvieron a sentir sintieron pisadas, pero esta vez, los perseguían. Despavoridos huyeron hasta llegar al parking que está en la entrada de Aokigahar y no vieron a nadie en los alrededores.
A la mañana siguiente Keizuke solicitó un cambio de turno, mismo que le concedieron. Pero sus superiores le pidieron que esa noche cumpliese el turno nocturno, debido a la escasez de personal, cosa que Aoyama aceptó.
Esa tercera noche, fue la peor, todo transcurría con normalidad, hasta que Ozora avisó a su compañero que se ausentaría para ir al baño. Minutos después Keizuke escuchó unas pisadas detrás de él y al voltear vió que Ozora se acercaba a él con un rostro pálido. Aoyama le puso el brazo en el hombro, pero el joven no reaccionaba. Al creer que su compañero le estaba jugando una broma, Keizuke se dirigió al baño y al tratar de abrir la puerta, desde el interior escuchó a Ozora que le decía que aún no había terminado.
Keizuke relató a su compañero lo que había visto y que al tocar a esa persona lo sintió muy frío. Ozora creyó que su compañero estaba siendo víctima de su imaginación y no le dio importancia.
Al día siguiente Keizuke empezó a trabajar en su nuevo turno y Ozora continuó por las noches. Ozora volvió a tener otro compañero que no tardó en dimitir y otro más que tampoco aguantó, así que solicitó trabajar solo. Con el transcurrir de los días Ozora cada vez estaba más introvertido y descuidado, hasta que una noche se presentó a trabajar desnudo y con una pistola. Los compañeros del turno de la tarde trataron ver que le sucedía y ayudarle. Fue en vano, Ozora salió corriendo y se internó en las profundidades de Aokigahara. Después de dos días de búsqueda lo hallaron muerto de un disparo. Son muchos los que creen que el bosque eligió a Ozora como un sacrificio para seguir alimentando la maldad que posee.
Y tú ¿qué opinas acerca de este bosque? ¿Crees que algo perverso habita en Aokigahara? ¿Te atreverías a visitar este bosque? Tu opinión es muy importante para mí, házmela saber aquí en la cajita de comentarios.